03. El Señor Jagannatha del Gran Maestro, Sri Caitanya

La Verdadera Naturaleza del Señor Jagannatha

 

En una oportunidad, un Brahmana bengalí escribió una obra sobre la vida del Gran Maestro Sri Caitanya, la cual leyó ante la asamblea de los devotos en Puri. Todos los devotos apreciaron la obra y expresaron el deseo de que le fuese leída al Gran Maestro. La reacción de Sri Caitanya fue: “Que Svarupa Damodara la escuche primero, y si él considera que es digna de atención, me sentiré feliz de escucharla”. La obra del Brahmana había sido escrita en un lenguaje muy hermoso y su composición era excelente. El primer verso era una alabanza al Señor Jagannatha y a Sri Caitanya. El Brahmana declaraba que debido a la presencia del Gran Maestro Sri Caitanya, el Señor Jagannatha se ha convertido ahora en Su verdadero Ser. Comparaba al Señor Jagannatha simplemente con el cuerpo del Señor Supremo, y a Sri Caitanya con Su alma. En su alabanza a Sri Caitanya, el Brahmana aducía que el Gran Maestro estaba impartiendo verdadero conocimiento a los profanos y a los ignorantes, y era quien mejor velaba por nuestro bienestar. Todos, excepto Svarupa Damodara, elogiaron el verso del Brahmana. Entonces Svarupa Damodara pidió que el autor explicara el verso con más detalles. El Brahmana dijo: “La bella Deidad del Señor Jagannatha es el cuerpo de Brahman, pero Su alma es el Gran Maestro Sri Caitanya. Para distribuir amor por Dios a todas las entidades vivientes, el Señor Supremo ha descendido sobre la Tierra como Sri Caitanya, el Gran Maestro. Con el descenso del Gran Maestro Sri Caitanya, el Señor Jagannatha, la Deidad de Daru Brahman plenamente ha recuperado Su alma en el advenimiento del Gran Maestro Sri Caitanya. ¡Qué Ellos se complazcan en redimirnos!”.

 

Después de escuchar las explicaciones del Brahmana sobre su propio verso, Svarupa Damodara reiteró con firmeza: “Tu verso no sólo ha sido escrito de manera imperfecta, sino que también tus conclusiones son incorrectas. Al escuchar tu verso, es evidente que no tienes fe en esos dos Señores, ni crees en ninguno de Ellos”. Svarupa Damodara continuó: “El Señor Jagannatha es el Supremo Brahman espiritual y posee eternidad, conocimiento y bienaventuranza plenos. Aun así, tú le has descrito como un cuerpo, como un objeto inanimado, ¡lo que ciertamente no es! De manera similar, el Gran Maestro Sri Caitanya es el Señor Supremo, quien posee las seis opulencias en grado sumo. Pero tú le has comparado con el alma de un cuerpo. No reconociste la verdadera naturaleza del Señor Jagannatha ni la del Gran Maestro Sri Caitanya. ¡Por consiguiente has pecado ante estos dos Señores! Además incurriste en otra ofensa imperdonable. El Supremo Brahman es la personificación de todo. En el inconcebible e incomprensible Brahman no hay existencia separada del cuerpo y del alma. ¡Su cuerpo y Su alma son coexistentes! En el Señor Supremo no existen tales diferencias y separaciones. En tu verso describes a uno de Ellos como un simple cuerpo, y al Otro, como alma. Ambas son conclusiones incorrectas y especulativas”, señaló Svarupa Damodara.

Además, Svarupa Damodara sugirió que si al verso se le daba una interpretación diferente, quizás se podría sacar algo bueno de él. A continuación, Svarupa Damodara comenzó a dar su interpretación del verso compuesto por el Brahmana bengalí. El declaró: “Jagannatha es como el alma de Krsna, pero se ha manifestado como la Deidad Daru Brahman. Simultáneamente, sin embargo, siempre es idéntico al Señor Krsna. Para liberar a la humanidad, el Señor Krsna se ha manifestado en dos formas, y aunque permanece como un principio divino, ahora se muestra como Brahman en movimiento. El Señor Jagannatha es la manifestación Daru Brahman, la forma del Señor sin movimiento, y el Gran Maestro Sri Caitanya ha aparecido como el Señor encarnado en una forma con movimiento para liberar a todas las entidades vivientes caídas de este universo. Si tu verso hubiese sido interpretado de esa manera, no hubiese sido imperfecto”.

 

Personas de todas partes iban a Puri en peregrinaje y todos aprovechaban la oportunidad para ofrecer sus respetos y recibir las bendiciones del célebre Gran Maestro que residía en Puri. Sri Caitanya los recibía con amabilidad y personalmente instruía a muchos de ellos, apoderando a los idóneos con Su energía divina.

 

El Regresó del Señor Krsna a Vraja- Vrndavana

 

Al día siguiente se celebraría el festival de las carrozas del Señor Jagannatha, durante el cual el Señor se traslada desde el Templo de Jagannatha, considerado como Kuruksetra, hasta el Templo de Gundica, percibido como Vraja-Vrndavana. El recorrido de las carrozas simboliza el regreso del Señor Krsna a Vraja-vrndavana, después de una interminable ausencia. Ante la gran expectativa de este nuevo encuentro, tanto el Señor como los habitantes de Vraja experimentan un gozo que se incrementa millones de veces. Los ojos del Gran Maestro Sri Caitanya estaban excesivamente sedientos de ver a Su amado Señor Jagannatha. Inmerso en el sentimiento de Sri Radha, Sus ojos permanecían profundamente absortos en el amor, y parecían como si estuviesen soñando dulcemente con el muy esperado retorno de Su Señor, Krsna.

 

¡Por fin llegó el anhelado día!

 

Sri Caitanya y Sus compañeros se levantaron muy temprano en la mañana, cuando aún era oscuro. Tan pronto como llevaron a cabo sus ritos matutinos, se apresuraron hasta el Templo del Señor Jagannatha. Estaban impacientes. No querían perder ni un detalle de la ceremonia. Jagannatha, Baladeva y Subhadra fueron trasladados desde el Templo, halados sobre almohadones de algodón y danzando por todo el camino, hasta Sus carrozas bellamente decoradas. En medio de ensordecedores cánticos de `Manima Manima’, las Deidades fueron colocadas en Sus carrozas, ornamentadas exquisitamente. Luego, los devotos comenzaron a halar las carrozas con gruesas cuerdas, la cuales representaban al Rey de las serpientes.

 

Para el placer del Señor Jagannatha

 

Sri Caitanya colocó guirnaldas alrededor de los cuellos de Sus compañeros y ungió sus frentes con pasta de sándalo. Después los dividió en cuatro grupos principales que cantarían y danzarían para el placer del Señor Jagannatha. Los cantores principales eran Svarupa Damodara, Srivasa Pandita, Mukunda y Govinda Ghota. Cada grupo llevaba dos Mrdanga y sus respectivos danzarines. A éstos, se unieron tres grupos de Bengala: uno de Kulina-grama, uno de Santi-pura y otro de Sri-khanda. En total, había siete grupos. Los cuatro grupos principales iban delante de la carroza del Señor. Otros dos grupos la flanquearon, y el otro iba detrás. Los siete grupos cantaban melodiosamente, alabando los diversos pasatiempos amorosos de Krsna. Todos cantaron y danzaron en completo éxtasis. A medida que los siete grupos avanzaban con la carroza, cada uno veía a Sri Caitanya cantando y danzando con ellos, entonando las mismas canciones que cada grupo en particular cantaba en ese momento. De esa manera, el Gran Maestro Sri Caitanya cantaba y danzaba simultáneamente en los siete grupos. Los cielos resonaron con exclamaciones de ¡Hari! ¡Hari!, ¡Jaya Jagannatha, Jaya Jagannatha!

 

Su Carroza si detuvo

 

Repentinamente, cuando el Señor Jagannatha comenzó a saborear los cánticos maravillosos y la extática danza de Sri Caitanya y Sus seguidores, Su carroza se detuvo. Al contemplar el bello espectáculo de esa danza extática, el Señor Jagannatha no permitió que la carroza se moviese a pesar de los repetidos intentos de cientos de personas. Entonces Sri Caitanya se colocó detrás de la carroza y le dio un suave empujón. De inmediato la carroza se movió nuevamente en medio de los sonoros y gozosos cantos de los grupos de Kirtana, mientras el Señor Jagannatha, con Sus enormes ojos semejantes a los de un abejorro, dirigía miradas de soslayo hacia la danza extática de Sri Caitanya. Los intensos movimientos de la danza de Sri Caitanya, cuando se desplazaba continuamente en círculos, eran demasiado rápidos para poder distinguirlos. La danza originaba en Su persona intensas erupciones emotivas, tales como llanto gozoso, temblores, transpiración, estupor, orgullo y humildad, las cuales se manifestaban simultáneamente. En un momento, rodaba por el piso, y al momento siguiente se levantaba de súbito y giraba vertiginosamente, asombrando a todos los devotos, quienes ya se encontraban sin aliento.

 

El reu Prataparudra estaba atónito al ver al Gran Maestro

 

El Rey Prataparudra estaba perplejo, atónito, al ver al Gran Maestro Sri Caitanya simultáneamente presente en cada uno de los grupos. Por el contrario, los integrantes de esos grupos, aunque lo intuían, no podían percibir plenamente esa visión extraordinaria. La intensa danza Tandava del Gran Maestro Sri Caitanya representaba Su insondable deseo de encontrarse con Su amado Señor Krsna en Vraja-Vrndavana. Al ver al Señor Jagannatha, Sri Caitanya gritaba a toda voz, en gran éxtasis. Al verle danzar enloquecido con el sentimiento de Sri Radha, con la más intensa esperanza de reunirse de nuevo con Su Señor Krsna, el Señor Jagannatha parecía sumergirse profundamente en un océano de amor. Cuando el Gran Maestro Sri Caitanya contemplaba al Señor Jagannatha, las lágrimas manaban de Sus ojos profusamente, duplicando así la inspiración de los devotos para cantar y danzar con jubiloso éxtasis.

 

Con el sentimiento amoroso de Sri Radha

 

Con el sentimiento amoroso de Sri Radha, el Gran Maestro Sri Caitanya sentía internamente que estaba conduciendo a Krsna hasta Vraja- Vrndavana. Entonces le pidió a Svarupa Damodara que cantara con el sentimiento de Lalita-sakhi. Svarupa Damodara, quien conocía a la perfección la mente del Gran Maestro, comenzó a entonar una famosa canción:

 

sei soeita prananatha pailun jaha lagi madana dahane jhuri gelun

 

“Una vez más he encontrado al Señor de Mi corazón, y desde entonces ardo en el fuego del amor”. Los devotos comenzaron a danzar con los sentimientos de las Gopis de Vraja cuando se encontraron en Kuruksetra con su divino amante, quien las había abandonado en Vraja, llorando en la agonía de la separación. Al ver a Krsna, una profunda sensación de felicidad invadió a estas doncellas que habían estado privadas de Su amor, y fervorosamente le imploraron que regresara a Vraja. El Señor Jagannatha, sentado en Su carroza, y el Gran Maestro Sri Caitanya, danzando lleno de gozo durante el festival de las carrozas en Puri- dhama, se deleitaban mutuamente con hermosos juegos de amor. Cuando Sri Caitanya no avanzaba, entonces el Señor Jagannatha se detenía y no se movía ni un ápice. Cuando Sri Caitanya comenzaba a avanzar despacio en el grandioso desfile, el Señor Jagannatha también se movía despacio, observando con gran deleite la encantadora danza de Sri Caitanya. Cuando Sri Caitanya se detenía, automáticamente la carroza también frenaba. Cuando Sri Caitanya se movía rápidamente, la carroza también lo hacía. Así, el Gran Maestro Sri Caitanya, experimentando los sentimientos de amor de Sri Radha, atraía intensamente y halaba al Señor Jagannatha hacia Vraja-Vrndavana, la tierra sin ley del amor.

 

Cantando melidiosamente los Santos Nombres

 

Más adelante, Sri Caitanya, quien deseaba danzar, reunió a los siete grupos de Kirtana y entre ellos seleccionó a diez devotos para que se unieran a Él en el centro, mientras los demás les rodeaban danzando en éxtasis y cantando melodiosamente los santos nombres y los pasatiempos del Señor. Srivasa, Ramai, Raghunandana, Govinda, Mukunda Datta, Hari-dasa, Govindananda, Madhava, y Govinda Ghota, bajo la dirección de Svarupa Damodara, fueron los seleccionados. El Gran Maestro Sri Caitanya ofreció entonces Sus más profundas reverencias al Señor Jagannatha, postrándose ante Él y recitando versos de alabanza. Una vez más estalló en éxtasis, y lleno de bienaventuranza danzó como si fuese la personificación del amor divino. Los devotos se absorbieron por completo en ese desbordante amor, expresado en la danza del Señor, la cual permaneció por siempre fresca en sus mentes y en sus corazones. Los devotos formaron tres círculos a Su alrededor, mientras el Rey Prataparudra y sus oficiales crearon un círculo externo para protegerlos de las crecientes multitudes, fascinadas por la bella escena de Su danza extática. Sri Caitanya recitó varios versos en alabanza al Señor Jagannatha y compuso un verso dirigiéndose a Él:

 

naham  vipro na ca narapatir napi vaisyo na sudro naham varni na ca grha-patir na vanastho yatir va kintu prodyan-nikhila-paramananda-purnamrtabdhe gopi-bhartuì pada-kamalayor dasa-dasanudasah

 

“No soy Brahmana, ni Ksatriya, ni Vaisya ni Sudra; sino el esclavo del esclavo, del esclavo de los pies de loto del dulce Señor de las Gopis, Krsna, quien es la esencia del desbordante océano de néctar y de la bienaventuranza trascendental”.

 

Los ojos del Gran Maestro se llenaron de lágrimas al danzar, Su boca cantaba incesantemente el santo nombre de Krsna, Sus movimientos eran gráciles como los de un león embriagado, y Su pecho dorado lucía una bella guirnalda de flores que se mecía de un lado a otro. Nityananda Prabhu permanecía a Su lado para protegerle y sostenerle cuando pesadamente caía al suelo, embriagado por esa danza incomparable. Al intensificarse Su amor, manifestaba diferentes cambios en Su cuerpo. Palidecía, temblaba, experimentaba espasmos musculares, de Sus ojos fluían incesantes lágrimas, transpiraba profusamente, de Su nariz manaba agua en abundancia y Su boca se llenaba de espuma. En medio de este poderoso arrebato de amor, Él exclamaba: “¡Mi amado, quien robara Mi virginal corazón a orillas del río Reva, aún es mi amante! Estas son las mismas noches de luna en primavera, las mismas flores Malati esparcen su exquisita fragancia, y las refrescantes brisas soplan aromáticamente desde los bosques de árboles Kadamba. Yo soy la misma de antes, pero aun así, Mi corazón anhela aquella ribera, debajo del árbol Vetasi, donde por vez primera se vio inspirado y enardecido nuestro amor”. Al instante, diferentes emociones se agitaban simultáneamente en el corazón del Gran Maestro Sri Caitanya. Cuando una surgía, la otra se calmaba. Su cuerpo era como una montaña de oro puro y Sus emociones como árboles de bellísimos capullos.

 

Mientras danzaba lleno de excitción

 

En un momento dado, mientras danzaba lleno de excitación, el Gran Maestro estuvo a punto de caer al suelo. El Rey Prataparudra le sostuvo en sus brazos, porque Nityananda Prabhu permanecía absorto en Su extática danza. Cuando Sri Caitanya recuperó el conocimiento y vio al Rey Prataparudra sosteniéndole, se lamentó de haber sido tocado por un hombre mundano. Al ver la reacción del Gran Maestro, el Rey se sintió muy aprensivo y temeroso de haber incurrido en una gran ofensa. Sin embargo, Sarvabhauma, quien estaba a su lado, le consoló diciéndole: “No te aflijas. El Gran Maestro está muy complacido contigo por el servicio de barrer el camino frente a la carroza del Señor Jagannatha”. Entretanto, la carroza se detuvo, Sri Caitanya caminó a su alrededor y colocándose detrás de ella, la empujó con Su cabeza. La pertinaz y potente carroza comenzó a moverse de inmediato, como si hubiese cobrado nueva vida.

 

Con el consentimiento y las bendiciones de todos los devotos

 

La carroza llegó a Balagandi, a mitad del camino entre el Templo de Jagannatha y el Templo de Gundica. Allí se permitió a todos, sin importar posición social o religión, ofrecer alimentos al Señor Jagannatha. En ese momento, Sri Caitanya entró en un jardín cercano y se acostó para descansar un rato, todavía bajo la influencia de profundos sentimientos devocionales. Una vez allí, Sarvabhauma instruyó al Rey Prataparudra que desechara sus vestimentas reales y vistiera las simples y humildes ropas de un devoto. Luego, con el consentimiento y las bendiciones de todos los devotos, el Rey se aproximó al Gran Maestro Sri Caitanya y delicadamente masajeó Sus dorados pies de loto. También empezó a recitar suavemente versos del sagrado Srimad Bhagavatam describiendo aquel momento en el Rasa-lila, cuando las Gopis oraban por el retorno de Krsna, quien había desaparecido repentinamente del círculo de la danza. Sri Caitanya experimentó gran deleite al escuchar estos preciosos versos, y todavía sin reconocer la identidad del recitador, pidió que se los repitiera una y otra vez. El Rey Prataparudra continuó: “Verdaderamente magnánimos sólo son aquellos que apaciguan a los afligidos con dulces palabras amorosas, infundiéndoles nueva vida. Los grandes sabios alaban estas palabras, porque destruyen todos los pecados. ¡Benditos los momentos en que esas palabras llegan a nuestros oídos!

 

¡Ciertamente eres generoso!

 

De repente, Sri Caitanya exclamó: “¡Ciertamente eres generoso! ¡Verdaderamente eres muy generoso! Me has dado un tesoro incalculable y Yo no tengo con que retribuirte. Por lo tanto te daré un abrazo”. Entonces, Sri Caitanya abrazó al Rey amorosamente y preguntó: “¿Quién eres, amigo Mío? ¡Eres tan bondadoso que has vertido en Mis oídos el néctar de los pasatiempos de Krsna!” “Espero que me conviertas en el sirviente de Tu sirviente”, contestó humildemente el Rey Prataparudra. Entonces Sri Caitanya magnánimamente se manifestó ante el Rey en la forma de Visnu con seis brazos, revelándole así Su personalidad divina, y prohibiéndole difundir este secreto. Postrándose a los pies del Gran Maestro, el Rey se alejó con el corazón plenamente satisfecho. El deseo que por tanto tiempo acariciara Sarvabhauma, fue colmado cuando el Gran Maestro Sri Caitanya instruyó al Rey. Él le pidió que todo lo que hiciese fuera para Krsna, y que cantara los santos nombres de Krsna con la convicción de que esa arma divina ciertamente lo protegería. Una vez más, Sri Caitanya advirtió al Rey que no predicara ni divulgara ante el mundo que Él era Dios, el Señor Supremo. Si el Rey desobedecía esta instrucción, Él abandonaría Puri-dhama. Después de recibir las bendiciones divinas del Señor, el Rey, su familia, y todo el reino, trabajaron para la misión del Señor Sri Caitanya, demostrando ser sirvientes fieles y consagrados.

 

La carroza comenzó a moverse al instante

 

Después de este incidente extraordinario, el Gran Maestro Sri Caitanya y Sus amigos se sentaron a almorzar. Su comida consistió en los remanentes de las ofrendas hechas al Señor Jagannatha. Un vez más, llegó el momento de halar la carroza hacia el Templo de Gundica. Esta vez, la carroza no quiso desplazarse ni un centímetro. Enormes elefantes y cientos de hombres no lograron hacer que se moviese. El Gran Maestro Sri Caitanya hizo retirar los elefantes y al igual que antes empujó la carroza por detrás, con Su cabeza. La carroza comenzó a moverse al instante, sin esfuerzo alguno. Los cielos resonaron con exclamaciones entremezcladas de “¡Jaya Jagannatha! ¡Jaya Gauracandra! ¡Jaya Krsna Caitanya!” Finalmente, el Señor Jagannatha llegó al Templo de Gundica y ocupó el exquisito trono que Sus devotos habían preparado para Él. Al atardecer, el Gran Maestro Sri Caitanya comenzó a danzar durante la ceremonia de Arati ofrecida al Señor. En realidad, Sri Caitanya continuó allí los ocho días en que el Señor Jagannatha permaneció en el Templo de Gundica, y arrobado danzaba en cada ceremonia de Arati. En las mañanas, Sri Caitanya y Sus devotos cantaban en congregación los santos nombres y los pasatiempos de Krsna ante el Señor Jagannatha. Más tarde, pasaban algún tiempo nadando y jugando alegremente en el lago Indradyumna. Cuando se salpicaban con agua unos a otros, parecían jovencitos. Sumergidos en el amor que el Gran Maestro les dispensaba, el venerable Sarvabhauma y el veterano Advaita Acarya olvidaban por completo su edad avanzada, y Ramananda-raya su dignidad.

 

Pocos días después del Festival de las carrozas

 

Pocos días después del festival de las carrozas y de la feliz permanencia del Señor Jagannatha en el Templo de Gundica, se celebró el festival Hera Pañcami, el regreso del Señor Jagannatha al templo principal. Este festival se celebra con gran pompa y esplendor. Svarupa Damodara y Srivasa Pandita, con el Gran Maestro Sri Caitanya como mediador, comenzaron a discutir la superioridad y las diferencias entre el servicio amoroso de las doncellas de Vraja y las cualidades de la devoción de Sri Laksmi, a quien el Señor Jagannatha dejara llorando Su ausencia en el templo principal. El festival de Hera Pañcami representa la ira de Laksmi en la ausencia de Su Señor Jagannatha. La diosa Laksmi, bellamente adornada con perlas y gemas preciosas, llega a la Puerta de los Leones, la puerta principal del Templo del Señor Jagannatha, sobre una dorada carroza espléndidamente decorada. Ella va acompañada por hileras de sirvientas portando banderines, sombrillas y otros artículos reales. También va escoltada por músicos y precedida por jóvenes bailarinas bellamente ataviadas. Cientos de las asistentes de Laksmi capturaban y ataban a los sirvientes del Señor Jagannatha, arrastrándolos hasta sus pies. Entonces Laksmi los castigaba como si fuesen ladrones y les imponía multas. Luego los apaleaba hasta que caían al suelo sin sentido. En su ira desmedida, los maltrataba al máximo. En esa ocasión, el Gran Maestro Sri Caitanya danzó vigorosamente en medio del grupo de Kirtana. Los ocho Satvika-bhavas, los síntomas más elevados del éxtasis, se manifestaron en Su bello cuerpo de matiz dorado. Gadadhara Pandita permanecía cerca de Sri Caitanya y recitaba versos del Srimad Bhagavatam. La misma buenaventura y las bendiciones que los ríos Yamuna y Ganges recibieron en Dvapara Yuga, el azulado mar de Puri las recibía en esos momentos, porque el Gran Maestro Sri Caitanya cantaba y danzaba a lo largo de sus afortunadas playas y se bañaba en sus aguas.

 

Todos los años seguía participando en el festival de las carrozas, danzando en éxtasis ante la carroza del Señor Jagannatha. Igual que antes, limpiaba el Templo de Gundica. Siguió una rutina estricta hasta el final. Se levantaba temprano en la mañana, cuando aún era oscuro, y visitaba el Templo del Señor Jagannatha.

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